La comida para llevar o “fast food”, según algunos expertos, no es un invento ni mucho menos cercano en el tiempo.
Las habituales bacanales, que estamos acostumbrados a ver en las películas de la antigua Roma, con los comensales recostados sobre su brazo izquierdo y tomando con sus manos alimentos de una mesa central, eran propias de las vidas de las clases pudientes.
La realidad de la alimentación diaria de los romanos más humildes parece ser otra muy distinta. Las casas de los ciudadanos de Roma, en su mayoría, solían carecer de lugares para cocinar, tanto por el reducido espacio de los hogares como por el peligro de los incendios. Por ello era habitual acudir a establecimientos (hornos) donde cocinaban lo que solicitaba el cliente o directamente comprar la comida hecha en el "thermoplium".
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